Podría pasarme así la vida entera. Errando como una tortuga con tres maletas, veinte euros de sobrepeso, un par de zapatos rojos que me lleven de vuelta a casa a casa a casa. Y nada más. Gente nueva, otra vez una ciudad desconocida que explorar, tantas cosas por aprender y un cuaderno con las páginas en blanco en el que escribir que ya no soy la que hace la competencia por las mañanas al enanito gruñón de Blancanieves, o que entierro historias tristes que son leyenda o que por fin sé donde he puesto cada una de mis cosas. Contar que me he perdido en un laberinto de callejuelas empedradas pero que no tenía miedo, quizá porque el aire olía a esa niebla fina que viene del mar o simplemente porque la curiosidad pudo más esta vez. Poder arreglarlo todo y dejar de ser la que se olvida de tantas noches, la que tiene ataques de melancolía como el que sufre un acceso de tos y siempre es un desastre, parar ese frío que sube desde los pies para congelarlo todo y no ahogar un grito sobre la almohada. Dar vueltas y más vueltas en una encrucijada disfrutando de las posibilidades que aletean como luciérnagas de colores al final de cada camino. Vivir una vida en miniatura con fecha de caducidad – veinte días, seis meses, un año… – Dejar un trocito de mí en cada sitio y seguir adelante, más liviana, más libre, apenas un poco más vieja.
SEREMOS GATAS, DE ACUERDO, SEREMOS GATITAS SI SE EMPEÑAN, PERO CON ALAS. IMAGÍNATE, LAS MUJERES Y LAS GATAS EN CASITA, RONRONEANDO Y LAVÁNDONOS LA CARA TODO EL RATO, QUÉ MÁS QUISIERAN ELLOS. PERO NOSOTRAS NO, NOSOTRAS VAMOS A VOLAR.
"Regiones devastadas" Enriqueta Antolín
"Regiones devastadas" Enriqueta Antolín
martes, 14 de octubre de 2008
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