Ahora que se avecinan tiempos oscuros, de cafeína y vigilia, de cuatro paredes, codos en la mesa y polvo en los armarios; ahora que las huestes de Mordor amenazan con cernirse sobre el mundo libre con sus flechas de exámenes y trabajos, ojalá tuviéramos a un Samsagaz Gamyi para que nos dijera que todo es pasajero y que el sol brillará más radiante aún.
Mucha suerte para todos, pero, sobre todo, creatividad, más creatividad que nunca. Porque ya dijo San Alberto Einstein, patrón de todas las ecuaciones imposibles, que en los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento.
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