SEREMOS GATAS, DE ACUERDO, SEREMOS GATITAS SI SE EMPEÑAN, PERO CON ALAS. IMAGÍNATE, LAS MUJERES Y LAS GATAS EN CASITA, RONRONEANDO Y LAVÁNDONOS LA CARA TODO EL RATO, QUÉ MÁS QUISIERAN ELLOS. PERO NOSOTRAS NO, NOSOTRAS VAMOS A VOLAR.
"Regiones devastadas" Enriqueta Antolín

jueves, 4 de marzo de 2010

Escritores malditos y elefantes furiosos

¿Qué puede hacer un poeta sin dolor? Lo necesita tanto como a la máquina de escribir.
Charles Bukowski. Esto es lo que mató a Dylan Thomas.

Cuando estaba en el instituto tenía un profesor que solía menear la cabeza antes de decir “señorita, tiene una visión demasiado romántica de la escritura”. Pero no era ese el diagnóstico; beber vinagre, enfermar de tuberculosis, comandar un velero fantasma o hablar de fuegosfatuosqueardenenlanoche formaba parte de una fiebre pasajera, como las hombreras y los tamagotchis. El problema de fondo era la atracción incontenible por la infelicidad, esa negrura que empezaba en el ombligo y crecía hasta llenar toda la barriga. Entonces llegaba la hora de meter la mano y hurgar en las tripas hasta sacar una hilera de hormigas que alinear en una página sin orden ni concierto, igual que un dadaísta hasta el culo de opiáceos. Había que empaparse lentamente de la palabra melancolía como de un petróleo oscuro y viscoso para que después llegaran en tropel todas las demás. Podía oírlas acudir desde lejos como una manada de elefantes furiosos y al final sólo quedaba el silencio y ese veneno secreto y escondido, una manía absurda de autodestrucción que tenía que ver con habitaciones vacías y cartones de vino barato, bañeras en las que se enfría despacio una espuma cobriza y pastillas para dormir.
Después se me terminaron el dolor y las palabras y he pensado en salir a cazar penas por ahí; en los bancos de las estaciones de trenes, en la cola del paro, en alguna ciudad ruinosa de Afganistán.
Será por tristezas.